LOS
SIETE CABALLEROS DE COLORES
Érase una
vez, hace ya muchos años, el Reino de los Colores donde había
siete caballeros, todos muy valientes y muy orgullosos de su color.
El caballero rojo decía muy satisfecho:
- Mi
color es el más bonito. Mirad el fuego, las cerezas, las fresas y aquellas
rosas rojas que parecen una llama viva.
El caballero naranja le contestaba siempre:
- El
color rojo es el de la sangre, pero el mío es el color de las naranjas y de las
mandarinas, y de las nubes cuando se pone el sol.
Enseguida se entrometía el caballero amarillo:
- Yo
sí soy hermoso. Mirad el sol, el oro, los limones, la miel y muchas flores del
campo.
El caballero verde rompía a reír:
- El
mundo es verde cuando está vivo. Mirad los montes, los prados y los bosques.
Pero el caballero azul gritaba:
- Si
de algún color es el mundo, ese es el azul. Mirad el mar y el cielo.
El caballero morado decía presumido:
- Mirad
las uvas maduras, el vino y las ciruelas, el morado es un color serio,
magnífico.
Para terminar decía el caballero violeta:
- La
violeta es la flor más perfumada y más delicada del bosque. Es el color de la
emoción, del cielo en el crepúsculo.
Y cada uno de ellos se pasaba horas antes el
espejo contemplando los reflejos de su color; porque todos se creían el mejor y
sólo veían defectos en los demás.
Un día, el rey blanco y negro y la reina rosa
les llamaron y les dijeron:
- Estamos
hartos de vuestras peleas y vuestras vanidades. Os ordenamos que en adelante
vayáis siempre juntos y no discutáis por vuestras diferencias... ¡qué
aburrimiento si todos fuerais iguales! Se va a casar mi hija la princesa blanca
y quiero decorar la portada de mi palacio con el adorno más bello que nadie
haya visto jamás, os lo dejo en vuestras manos, caballeros de colores.
Los
caballeros, como siempre, empezaron a discutir y no se ponían de acuerdo.
Entonces el rey los expulsó y los criados los ataron a todos juntos y los
mandaron más allá de las nubes.
Allí ocurrió algo que nadie podía imaginar.
Formaron el arco más bonito y esplendoroso que nadie había visto: el arco iris.
¡Que colores tan diferentes pero que hermosos todos juntos! Aquello parecía a
la vez una llama ardiente, una cesta de naranjas, un rayo de sol, un bosque, un
sorbo de mar, una cesta de uvas maduras y el cielo en el crepúsculo.
¡Era fantástico!
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